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APRENDO ESPAÑOL





ADIVINANZAS


 
  
                                                               
                  
     Es la reina de los mares,
su dentadura es muy buena,
y por no ir nunca vacía,
siempre dicen que va llena,                       

                           
                           
                         



Animal soy, desde luego;
me llaman el jorobado,
y que tengo cuatro patas,
ya se da por descontado.



BARCOS NUEZ









CHISTES




















El hijito camello pregunta: 
Mami, ¿por qué tenemos estas patotas? 
Ay, mi bebé, pues muy sencillo, son para no hundirnos en la arena del desierto. 
¡Ah!, oye, ¿y por qué tenemos estas pestañotas? 
Ay, chiquito mío, pues para proteger nuestros ojos del fuerte sol y de la arena del desierto. 
¡Ah!, mami, mami, ¿por qué tenemos esta jorobota? 
Oh, queridito, pues en la joroba acumulamos grasa y líquidos para soportar muchos días en el desierto sin agua ni comida, así podemos tener grandes jornadas de trabajo, para eso nos sirve. 
¡Ah!, oye, mami, ¿y entonces, qué diablos hacemos tú y yo en un zoológico.


Esta era una vez dos ovejitas que estaban jugando a la pelota y se les va la pelota y una ovejita le dice a la otra: 
¡Beeeeeeee! 
Y la otra le dice: 
¡Beeeeeeeee tú!



Estaba Juanito viendo la tele cuando su mamá le grita: 
¡Juanito¡ ¿Quién tomó del refrigerador el pastel que iba a compartir en la tarde con las señoras? 
Juanito dice: 
Yo mamá, se lo di a un niño que estaba hambriento. 
La mamá le dice: 
Ay que lindo, ¿Y quién era ese niño hijito? 
Juanito dice: 
¡Yo mamá!



Le dice la profesora a Jaimito: 
Jaimito, dime una palabra que tenga la "m". 
Y le dice Jaimito: 
Sartén. 
La profesora le pregunta: 
Jaimito, ¿dónde lleva sartén la "m"? 
Y le dice Jaimito: 
¡En el mango!

AMIGAS DESDE LA HUERTA













Lula y Lila eran dos plantas de espinacas que nacieron en un mismo huerto y habían sido amigas desde entonces. Habían pasado juntas por los terribles fríos del invierno y los largos días de sol, y siempre se habían apoyado mutuamente, en espera de llegar a aquel momento mágico con que toda espinaca soñaba: el momento de servir de comida a un niño y transmitirle toda su fuerza.
Así que cuando llegó la hora de la cosecha, fueron juntas y felices a la fábrica de preparado, y de allí a la de envasado, y de allí al supermercado, donde fueron expuestas en uno de los mejores estantes. Ambas veían emocionadas pasar las señoras con sus cestas, fijándose en aquellas a las que acompañaba algún niño. Pasó todo un día entero sin que nadie se acercara, pero justo antes del cierre, una señora se acercó demasiado al estante, y sin darse cuenta golpeó la bolsa de Lula, que cayó al suelo, justo antes de que uno de los pies de la señora la empujara bajo la estantería.
Nadie se dio cuenta de aquello, y Lula pasó toda la noche llorando, sabiendo que se quedaría bajo el estante hasta ponerse mohosa. Lila, muy apenada, se lamentaba de la suerte de su amiga, sin poder hacer nada. Al día siguiente, cuando a media mañana se acercó una señora acompañada por un niño adorable, dispuesta a comprar la bolsa de Lila, ésta no podía alegrarse pensando en la desgracia de Lula. Y en un momento de locura y amistad, hizo un último esfuerzo por ayudar a su amiga de la infancia: justo cuando el niño iba a agarrar la bolsa, Lila sé dejó caer del estante y fue a parar al suelo junto a Lula. El niño, sorprendido y divertido, se agachó y sin darse cuenta cogió ambas bolsas.
Lila acabó con un par de tallos rotos, pero no le importó hacer aquello por salvar a su amiga. Y cuando horas después compartía el plato del niño con Lula, se sintió la espinaca más feliz del mundo por poder cumplir su sueño junto a su mejor amiga.
FIN